ELA escribiste:
Capo lo que pusistes muy bueno,me recuerda mis primeros años de empleado de mi padre y su socio me dieron uno de estos Citroen y recuerdo lo que renegue y disfrute,le tenia que destornillar los guardabarros traseros porque se atascaba el barro.
Me alegro Eduardo.
Vean este texto del Gran Federico Kirbus.
Tres continentes y un Citroën 2CVLa historia es larga, como corresponde a un viaje a cara de perro sobre 51.667 kilómetros, en 367 días.
Por eso, sólo cabe una síntesis.
Corría 1953. Los dos jóvenes franceses Henri Lochon y Jacques Cornet, con un Citröen 2CV, se proponen salir de París hacia Estados Unidos. Luego de atravesarla, trasponer Centroamérica, bajar hasta Tierra del Fuego y durante el regreso cruzar incluso el Sahara.
Fue un anticipo del París–Dakar, pero sin auxilio de terceros, sin más que unos litros de aceite en lata, y algunas cubiertas de repuesto que al final tampoco alcanzaron.
Un Deux Chevaux último modelo: 2 CV AZ, dos cilindros, 425 cc, compresión 6,25 a uno, 12 HP, velocidad máxima 70 km/h sin viento en contra.
Varias veces se encuentran al borde de abismos, tienen que construirse puentes y ser sacados del barro por burros y caballos. O a pulso.
En Bolivia, deciden subir al Chacaltaya, cerca de La Paz, la pista de esquí más alta del mundo. A medida que trepan, el motor va perdiendo potencia. De la docena de caballos nominales van quedando diez, luego ocho, al final -a gatas- seis.
Desesperados, van quitando una puerta tras otra. Dejan sus bártulos en el camino y finalmente tiran el asiento trasero. Jacques hace rato se ha bajado y sigue a pie al lado del coche, empujando cuando el motor no quiere más.
Hasta que, por último, llegan a los 5.420 metros sobre el mar.
El viaje al extremo del continente no es menos azaroso. Recorren Tierra del Fuego sin caminos ni aún sendas. Y casi se caen al mar.
Por fin toman el trasbordador en Primera Angostura y están en tierra firme. Pero no tienen más neumáticos de auxilio, aquellas Michelin radiales. Y lo peor: en la Argentina escasean las cubiertas.
Hay una sola opción: emprender el regreso de Río Gallegos a Buenos Aires por la Ruta Nacional 3. Sobre las llantas. Tal cual.
Los que trabajábamos entonces en la revista pionera Velocidad fugazmente vimos al raro Sapo pintarrajeado por las calles de Buenos Aires, pero sin animarnos a contactar a los dos extraños gringos.
A los pocos días, desaparecieron para retornar a París vía África. Menos mal que en el Sahara no hay ripio ni pedregullo. Apenas arena.
Solo quedaba el Estrecho de Gibraltar y, por fin, los espera el Arco de Triunfo. Nombre nunca más merecido.
Estacionan para la foto del recuerdo, un poco alejados de la vereda.
Un flic -insobornable agente de policía parisino- les hace una multa.
http://autoblog.com.ar/2011/11/28/tres- ... troen-2cv/
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