Cinque terre es un parque nacional, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, formado por cinco pueblos (de ahí el nombre) enclavados sobre los acantilados a orillas del mar de Liguria. Después de conocer Riomaggiore, adonde nos alojamos, nos dimos cuenta de que recorrerlos en bicicleta iba a ser imposible. Las “calles” de estos pueblos, al igual que los caminos que los unen, son un laberinto de pasadizos, angostas y empinadas escaleras, túneles y pasarelas talladas en la piedra de cara al mar.
Como para que se den una idea, la plaza principal de Riomaggiore (único lugar plano de todo el pueblo) es una suerte de puente ancho sobre la calle principal de unos 25 metros de largo por 12 de ancho. En las barandas del puente están encadenados los triciclos, monopatines y bicicletitas de los niños del lugar.
Decidimos tomar un tren hasta Monterosso y de ahí volver caminando a Riomaggiore visitando Vernazza, Corniglia y Manarola para completar las cinque terre. Un espectáculo único.
Calle principal de Riomaggiore, única transitable.
Bajada al mar
Monterosso, este es el más amplio de los cinco y el que más turismo tiene
Vernazza
“Calles de Vernazza”
Bajada a la estación de trenes en Corniglia
De fondo Manarola, la senda que une Manarola con Riomaggiore se conoce como la via dell` amore. Las parejas dejan candados cerrados en las barandas para sellar para siempre su amor. Otra clara demostración de que la inteligencia humana es limitada pero la estupidez es infinita.
Manarola tatuada en la piedra
Avenida principal de Manarola