Una vez llegados a Bahía Negra, nuestra única opción de alojamiento fue en el cuartel general de la Armada del Ejercitó Paraguayo. Quienes nos ofrecieron amablemente un galpón en desuso para que pudiéramos armar las carpas dentro del mismo.
Ya habíamos llegado al ultimo punto del viaje. Largo. Larguísimo. Ahora teníamos que volver.
Todo andaba joya. Hasta que el rulemán dijo basta definitivamente. La rueda se “clavo”. Sin más, desarmamos, y mientras Luisito se contactaba con su gente amiga de Paraguay nos fuimos con Eladio hacia “Loma Plata”, un pueblo de la comunidad Menonita donde había según los contactos de Luis un concesionario de Toyotoshi.
Ya parece un clásico de las travesías. Viajar contra reloj y encontrar el lugar abierto para que nos hagan el trabajo de cambiar el rodamiento. Por suerte fuimos con buen piso y al llegar nos estaban esperando en el taller con el rodamiento nuevo. Y en solo unos 15 minutos, nos armaron nuevamente la masa.
El regreso fue mucho mas lento. Nos sorprendio un diluvio y en el camino que de ida lo hicimos a 80 km/h a la vuelta hicimos un promedio de 30 km/h.
Al llegar al lugar donde estaba la Hilux rota, Tobhias se había encargado de conseguir un cordero que gentilmente lo cocino un oficial de la policía de Paraguay quien además ofreció el destacamento para que pudiéramos pasar la noche.
Luego de cenar, armamos nuevamente la rueda y el domingo tempranito estábamos listos para emprender los últimos 250 km de barro hasta llegar al asfalto.