A propósito de este día, releyendo viejos post refloto este texto que tanto le supo gustar a Marcelito Molina, creo que cae justito:
La verdadera amistad, en los tiempos que corren parece ser un sentimiento que se halla en decadencia. Si vemos algunos escritos del ilusorio metafísico Manuel Mandeb a los que referencia el filósofo de barrio Alejandro Dolina, nos encontraremos con verdades como éstas:
Todos los días nos tropezamos con canallas que lejos de preocuparse por la escasez de amigos, se jactan de ella:
- Yo, amigos, lo que se dice amigos, tengo muy pocos, o ninguno- nos gritan en la cara.
Y uno advierte que el sujeto está esperando que lo felicitemos por semejante hazaña. Pobre tipo, realmente…
Otros, simplemente se conforman con decir que tienen perros, y que el perro es el mejor amigo del hombre, que son más leales y sinceros que los humanos… Sobre esto cabe una pequeña reflexión: Tal vez sea cierto que los perros no traicionan, pero esto no es en realidad una virtud del animal. Ocurre simplemente que la módica organización mental del perro le impide realizar procesos tan complejos como una estafa. Es decir, los perros no pueden traicionarnos, por la misma razón que no les permite escribir novelas.
La amistad debe nacer en la juventud o en la infancia. Nuestros amigos son aquellos que aprenden junto a nosotros, o mejor todavía, los que viven aventuras a nuestro lado. Y por lo general, la gente aprende y vive aventuras en la juventud. Después, casi todo el mundo consigue algún empleo en casas de comercio o empresas y ya resulta imposible vivir odiseas nuevas o pelearse con una patota. A los once o doce años uno empieza a hartarse de la familia y encuentra que los muchachos de la esquina son mucho más divertidos que el tío Jorge. Durante más o menos una década nadie estará más cerca de nuestro corazón que esos muchachos. Y si uno quiere aprovisionarse de amigos, debe hacerlo en ese período. Después será demasiado tarde.
Estos criterios son interesantes y tal vez verdaderos. Sucede que en cierto momento de la vida uno descubre que está rodeado de extraños: compañeros de trabajo, clientes, acreedores, vecinos y cuñados. Los amigos de verdad están lejos, probablemente encerrados en círculos parecidos. Algunos empecinados insisten en cultivar amistades nuevas. Los matrimonios maduros se visitan mutuamente y desarrollan pálidas parodias de la amistad verdadera: se cuentan una y otra vez episodios antiguos, vividos con los amigos viejos, los que ya no están.
Cuando uno es joven no cuenta historias a sus amigos: las vive con ellos. Vemos entonces que hoy se nos hace más que difícil incorporar amigos a nuestro equipaje de vida. Nadie podrá rescatar a los amigos perdidos y poco podrá hacerse para librarnos de los desconocidos que llenan nuestro tiempo. En todo caso, cada uno de nosotros deberá cuidar lo poco que tenga. Sin componer canciones ni escribir poemas. Se trata únicamente de sentarse en la vereda o matear en silencio con los que están más cerca de nuestro espíritu.
Y es aquí donde entra a tallar este pequeño y querido engendro que supimos conformar: empezamos de nuevo a vivir aventuras junto al otro, a compartir tiempos, a pasar cosas juntos para que al final podamos decirnos amigos sin temor de pecar de inconsistentes, de livianos, de no haber cumplido con algunas reglas básicas para poder llamar amigo a quien tengamos al lado... es aquí donde se hace notorio que lo mejor que tiene este grupo llamado Pasión 4x4 Rosario es su gente, y la capacidad de generar sentimientos, afectos, amistades. Por eso les doy las gracias a todos, y espero que sigamos creciendo, juntando gente y corazones como hasta ahora.
Los quiero mucho a todos. Que tengan muy feliz día. Raúl
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