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Apasionado Enfermo de 4x4 |
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Registrado: Vie Abr 08, 2005 2:21 pm Mensajes: 3508 Ubicación: Derry (ME)
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Como todos Uds saben, d?as atr?s se incendi? el rompehielos Alte. Irizar, pata fundamental de la presencia de nuestro pais en la Antartida.
A continuaci?n les transcribo un muy buen articulo de un cronista de La Naci?n que relata este muy desgraciado hecho.
Que cada uno haga sus propios razonamientos respecto de que har?n (o no har?n) los politicos que (des)manejan este pais:
Viernes 13 de abril de 2007 Noticias | Informaci?n general | Nota LA NACION, a bordo "?Fuego, fuego, fuego! ?Todos a proa!" Por Mariano Wullich Enviado especial
PUERTO MADRYN.? No es s?lo optimismo: es esa antigua sensaci?n de creerse invulnerable, de que a uno nada le puede pasar. Pero pasa. A las ocho y media de la noche del martes, este cronista sali? del ba?o, duchado, y encontr? el camarote con humo. Abri? la puerta del pasillo y oli? m?s, y vio m?s. El rompehielos Almirante Ir?zar ?uno de los barcos m?s queridos del pa?s, el mismo que fue hospital en la Guerra de las Malvinas, el que hace cuatro a?os rescat? al buque alem?n Magdalena Oldendorff; el que abre a golpes de pu?os anaranjados los hielos m?s impenetrables, un basti?n de la presencia argentina en la Ant?rtida? no peleaba contra el hielo, su enemigo conocido, sino que enfrentaba una contienda inesperada, una lucha desigual por lo poco acostumbrada, un rival que meti? miedo: el fuego.
Empezaron las corridas y se oy? una advertencia que dec?a: ?Se bloquean dos salas de m?quinas?. La novedad, real pero sorpresiva para los que se creen invulnerables, lleg? despu?s: "Toda la tripulaci?n dirigirse a la cubierta de vuelo para la maniobra de evacuaci?n". Todav?a desconfiado, arm? su bolsa de abandono (agua, algo de comida, ropa y algo m?s) y se dirigi? al lugar indicado. El panorama cambi? de pronto su desconfianza en el pesimismo o el empecinado optimismo. La gente se agrupaba, con cara preocupada, y nadie se re?a. Comenzaba la sensaci?n de que el rompehielos se mor?a.
Se fueron juntando, me junt?, con cada grupo de balsa al que se correspond?a. Las indicaciones de los oficiales tomaron energ?a y el fuego no se extingu?a. Ya hab?a abarcado toda la sala de m?quinas, el edificio de ventilaci?n y avanzaba hasta los hangares. La tripulaci?n trabajaba con orden singular, pero verlos tirar los tubos de gas vac?os, aunque a?n explosivos, por la popa del buque, ya era un todo un indicio de que el fuego avanzaba y que las garrafas se convert?an en granadas.
La popa ya no era el lugar indicado para esperar: "?Fuego, fuego, fuego! ?Todos a proa!", fue la orden m?s real y m?s segura. All? marchamos, ya no quedaban dudas. El fuego no era en llamas, eran inmensas r?fagas de soldadores que atacaban la cubierta siguiente en donde hab?a m?s garrafas, mientras que por una puerta se desped?an residuos de combustibles: un lodo tan sucio, tan barroso, como inflamable y peligroso.
"?Hombre al agua!"
"?A las balsas!" Este incr?dulo cronista, que supon?a que aquellos sorpresivos zafarranchos de evacuaci?n jam?s se convertir?an en verdad y que nunca hubiera optado por abordar una balsa, se alivi? por la opci?n. El rompehielos estaba en llamas y la sensaci?n era de explosi?n. Pero pas? lo que todas las maniobras de supervivencia contraindican: llegar mojado a la balsa. Es que en el intento por alcanzarla una ola se la quit? del salto y no lleg? a o?r el grito de "?hombre al agua!", pues ya estaba un metro debajo de ?sta, a 140 millas n?uticas de la costa. Un salvavidas lo subi?, sus manos apenas ayudaron y dos suboficiales lo levantaron.
Despu?s, mojado, comenz? con la espantosa rutina de los n?ufragos: m?s de 20 personas a oscuras y la espera. Eran casi las once de la noche y el capit?n de corbeta Gaona se sum? al temple del vicecomodoro Gabriel Paolini para mantener al grupo unido. Mientras tanto, en la encendida cubierta del rompehielos -seg?n yo me enteraba luego- el comandante del conjunto ant?rtico, Alejandro Losada, intentaba convencer por medio de palabras de amigo, de ?rdenes imperativas, de acciones afectivas y otras que no lo eran al capit?n al buque, Guillermo Tarapow, de abandonar la nave. No lo logr?. Tarapow sigui? arriba con obstinaci?n, con mucho de honor.
En la balsa, este enviado, empapado, viv?a con tensi?n la espera, al tiempo que un gom?n a motor, tras cortar el ancla de arrastre, intentaba tirar del redondel inflado, porque all? tambi?n hab?a mujeres. Fue imposible en esa marea, por eso las cargaron arriba del bote con total justicia, dejaron a los hombres y la balsa march? a la deriva. Nuestra balsa fue la ?ltima en ser rescatada. A las cinco de la ma?ana un avi?n la sobrevol? y el pesquero Magritte se acerc?.
Maniobra peligrosa
La maniobra se volvi? tan riesgosa que ya no import? nada perder lo que en la balsa quedaba. Las olas nos separaban con intermitentes golpes hacia arriba y hacia abajo del estribor del barco, del que s?lo colgaba una corta "escala de gato" (dos metros).
Alguien entr? en p?nico y lo jalaron con una soga, otro pidi? s?lo algo m?s de ayuda que los dem?s y, cuando al cronista de LA NACION le toc? el turno, apenas lleg? a aferrarse de la escalerilla de soga. No volvi? a caer al agua; las manos de dos pescadores le llegaron a los hombros y pudo entrar gateando por la cubierta.
Hab?a perdido todo lo material: tabaco, tel?fono, apuntes de la Ant?rtida y esa lapicera que s?lo sabe escribir recuerdos, cuando mucho alg?n sucedido.
El Magritte, un cazamerluzas que ya ten?a su bodega completa, lugar para sus veinte tripulantes y unos 35 metros de eslora, cont? en la ma?ana con 120 agotados visitantes. Fue un humilde pero excepcional anfitri?n mientras el cronista de LA NACION secaba sus ropas sobre el quejoso motor.
Junto a m?, subi? tambi?n el capital de nav?o Losada, quien no quer?a alejarse del rompehielos y entonces, por all?, cerca de sus luces de fuego, seguimos dando vueltas por m?s de nueve horas como cuidando al Ir?zar, sin abandonar del todo al capit?n Tarapow, hasta que lleg? la corbeta Thompson (Prefectura) como relevo.
L?grimas y rescate
Un guardiamarina lloraba la espera de dos de los buzos a su cargo: por fin fueron rescatados. No hab?a lugar para nadie y la gente dorm?a por los estrechos pasillos que se volvieron intransitables, justo cuando los aguas se volvieron insoportables.
Los pescadores dieron lo que ten?an para ofrecer, todo, la entrega de su tiempo, mucho para sus vidas. El Magritte comenz? a alejarse del rompehielos humeante y tuve la sensaci?n de la soledad del buque y de la penuria de su comandante. Fueron largas horas hasta Puerto Madryn, en donde la odisea se supuso terminada.
Despu?s, lo que vieron todos, lo que la televisi?n mostraba. Quedaron atr?s horas intensas, que pasaron de la fantas?a del hielo, del conocido enojo del estrecho del Drake a la furia del fuego. El haber vivido lo impensado, lo que nunca se hubiese supuesto. Esa primera sensaci?n de inquietud que luego tuvo pasajes por esa palabra que los hombres nunca utilizan para s? mismos: miedo.
El querido rompehielos Almirante Ir?zar est? hoy esperando su rescate en el Atl?ntico, apenas escorado, con dos helic?pteros derretidos y una sentina que todav?a arde. El buque est? herido, es cierto, pero no de muerte, porque toda su tripulaci?n est? viva.
Adem?s: video-entrevista online con Mariano Wullich.
Protagonistas
Eva Curci Camar?grafa
"Cuando comenz? el humo y convocaron a salir a la plataforma de vuelo nadie pensaba en la posibilidad de una evacuaci?n. Habl?bamos de otras cosas, de apurarnos para ir a comer los tacos. Cuando lo dejamos, nadie pod?a creer lo que estaba pasando."
Jos? Villagr?n Buzo t?ctico
"Estamos preparados y hacemos ejercicios de simulaci?n de caso real, pero claro que sent? un poco de miedo. No fue un momento traum?tico pero s? dram?tico: hac?a mucho fr?o, era de noche, el buque se incendiaba una situaci?n estresante."
Diego Pedreira y Horacio Jim?nez Pilotos
"Uno de los temores que hab?a era por la suerte de los dem?s tripulantes porque, en la oscuridad, no se sab?a si todos hab?an podido subir a las balsas. S?lo al mediod?a nos dieron la informaci?n oficial de que los 238 est?bamos bien."
Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/899714
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_________________ Capo LU2 FCA N 39º 47' 35.27" W 86º 14' 19.97" "Hasta la victoria, siempre" "El momento más espantoso es siempre justo antes de empezar"
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