Un viaje por el patio de atrás del Talampaya…
Invitado por Néstor Queralt, armamos un grupo de exploración de emergencia (Tape, Pablito, Jorge, Warnolfo, Nacho, Luisito TLC y yo).
El objetivo del viaje era investigar antiguas huellas mineras en la zona que no es “parque nacional”, y que la geografía propia del lugar te invita a transitar tanto por lechos de ríos como por campo traviesa, con distintos tipos de dificultades.
Realmente nos sorprendió el extraordinario paisaje y los inmejorables lugares que hay para recorrer y “abrir” nuevas sendas para que otros puedan visitar esta magnífica zona de nuestro país.
A priori, teníamos dos objetivos fundamentales, llegar con las chatas a una mina abandonada hace varias decenas de años y por un camino que desde ese entonces nunca más fue utilizado por vehículos de cuatro ruedas… y también ver hasta donde podríamos llegar intentando buscar un avión accidentado hace más de cincuenta años, y cuyos restos se encuentran en algún lugar de la sierra de Vilgo.
Lo primero, lo logramos hacer sin demasiados contratiempos, pero llegar al avión con las chatas es prácticamente imposible desde el track que nos pasaron de ante-mano, ya que se puede avanzar hasta una montaña, donde supuestamente desde ese punto hay que ir en parte caminando y en parte escalando la ladera de la misma. Lamentablemente no tuvimos tiempo para llegar, ya que si bien caminamos casi 19 km nos sorprendió el atardecer en la montaña cuando estábamos a tan solo 1200 metros… pero como siempre decimos, hay que volver para concluir lo que empezamos…
Llegada y cena del primer dia con una vista exclusiva a el mapa en vivo de “la mina”