Las fotos prometidas gracias al asesoramiento de Tío Hugo. Van con un pequeño relato-descripción:
Como conté anteriormente, llegar a Antofagasta de la Sierra desde el Sur y por la ruta 43, resultó complicado, ya que la noche anterior de vadear los ríos en Villa Vil, el Bolsón y Yerba Buena llovió bastante. Con algo de coraje, buena suerte y el apoyo guía Mauricio Pagani, de Chaku Aventuras, que se puso al frente del grupo de cuatro chatas que se formó espontáneamente para pasar, llegamos a la villa a media tarde y nos recibió un hermoso arcoiris que preanunciaba el fin de la lluvia. Previamente disfrutamos de las dunas de la Cuesta de Randolfo, donde un miembro porteño del grupo hasta se animó a hacer sandboard.
La estadía en la villa fue placentera como siempre. Como ya conocemos sus principales atractivos turísticos decidimos intentar llegar solos al cráter del volcán Galán y lo hubiéramos logrado si no nos hubiera sorprendido una tormenta de agua nieve a 4.300 msnm -justo al final de la laguna- que nos obligó a emprender la prudente retirada. Eso no impidió que tomáramos unas buenas imágenes, como la de la vicuña que busca refugio, una de mis preferidas en este viaje.
Después de un par de días de descanso partimos hacia Antofalla vía Calalaste, junto al guía Pagani que resultó ser un rufinense aquerenciado con Catamarca. Ya sabíamos que la travesía es impactante porque la habíamos hecho un año antes. En esta oportunidad nos sorprendió lo verde que estaba el paisaje, obviamente para los parámetros puneños. Nos alojamos en el albergue de la comunidad colla y nos dedicamos a obtener imágenes y testimonios que espero sirvan para un pequeño documental sobre la vida por eso lares remotos. También hicimos algunas imágenes del amanecer en el salar que no habíamos hecho el año pasado por falta de tiempo. En el pueblo hay solamente tres horas de electricidad por día (de 20 a 23) y la paz que solamente se ve interrumpida por la llegada de uno que otro turista es conmovedora.
También aprovechamos para recorrer la zona, yendo a Botijuelas y Las Quinuas, donde habían cazado a un puma y se disponían a comerlo. La siguiente es una foto que me gusta de los ojos del salar.
Después de pasar tres días maravillosos con los pobladores de Antofalla salimos temprano hacia Tolar Grande. El camino estaba bastante bien, aunque se notaba que había llovido. Sin embargo no tuvimos inconvenientes en llegar hasta el salar de Arizaro, donde disfrutamos del fascinante cono de Arita.
Arribamos a Tolar Grande poco después del mediodía y nos alojamos en el refugio franco argentino. Allí conocimos a un grupo de motañistas salteños con los cuales pasamos unos días inolvidables. Uno de los objetivos era fotografiar el volcán sagrado Llullaillaco donde encontraron a los niños momias en 1999 y para alcanzarlo emprendimos el viaje a través de la ruta provincial 27, vía mina La Casualidad. En el camino paramos en la asombrosa estación Caipe.
Para nuestra sorpresa el Llullaillaco estaba cubierto de nieve hasta casi la mitad
Casi diez días en la puna nos provocaron un deseo irrefrenable de disfrutar de los placeres de la civilización, así que salimos de Tolar hacia el paso de Sico con la idea de pasar unos días en San Pedro de Atacama. Ya habíamos estado allí y sabíamos que ofrece todos los atractivos y las comodidades de un lugar turístico internacional. En el paso fotografiamos un volcán magnífico que se encuentra al lado del camino, antes de llegar a Socaire.
Como no podía ser de otra manera, le dedicamos algo de atención al volcán Licancabur que este año nos recibió bastante nevado
La vuelta la emprendimos por Jama, donde increíblemente rompimos una cubierta nueva, como ya conté. Tras pasar dos buenas noches en Salta junto a los amigos montañistas que conocimos en Tolar Grande, especialmente Francisco Siciliano, otro santafesino que se radicó en el NOA, retornamos totalmente satisfechos a nuestra querida Rosario.