La caravana fue de lo más variada en vehículos, pero todos con malacate. Creo que es fundamental para este caso, nos encontramos con una huella que según Hugo Karlsson y Gabriel Pereyra (hijo de los puesteros) hace un par de años que no se usa. La misma parate de San Gerónimo (RP28) y va subiendo hasta la Posta del Quenti (cerca de El Cóndor).
A pesar de la bruma que nos acompañó durante toda la travesía, al momento de despejarse el día se tornaba espléndido pero sin dejar de aflojar el frío.
Antes un desayuno en el Río Yuspe
Dentro de la soledad de la montaña y en medio de las piedras, las vegas cobran víctimas. Conviene evitarlas o atravesarlas pegadas a las piedras.
El trayecto es practicamente en subida con algunas pampillas que permiten relajar gente y máquinas. A pesar de la cerrazón, la piedra no estaba demasiado mojada y permitía la adherencia de las cubiertas en la piedra.
La travesía va aumentando en complejidad y nos encontramos con este paso, a 90º con pendiente y escalón de subida. Excepto la Patrol, tuvimos que subir a malacate. Algo parecido al Peor Paso, pero muy restringido en espacio. Más aún con el paso del Camambú que hubo que direccionarlo a malacate.
El infortunio hizo que en este paso, la Estanciera rompiera la hoja maestra del elástico y hubo que hacer una reparación menor, mientras el resto nos agarrabamos a barretazos contra una piedra que reducía el paso de la Dodge.
Cruces de ejes de este tipo fueron una constante en el viaje por la piedra, pero las vedetes fueron las camionetas con ejes rígidos.
Hugo Karlsson y el tremendo culo de la Dodge.
Esta bajada resultaba demasiado riesgosa para las camionetas, por lo cual se hizo seguro el empleo de malacates.
Algunos obreros de menor jerarquía fuero contratados en reemplazo de algún malaco.
Quizo la mala fortuna o quizá nombrar al innombrable que Estanciera y Toyota tuvieran complicaciones. En este último caso la rotura de varios dientes del diferencial trasero. Preocupados por cómo atacar la jornada siguiente se decidió hacer un asado y algunos ahogaron la pena con profusa hidratación alcoholica.
Algunos re puestos del cansancio y otros re puestos (ausentes) empezamos a colaborar con el desarmado de la Toyo, yo ofrecí una caliente chocolatada por las vísperas del 25. Hubo que sacar la corona para evitar que se trabara y el resto del día se subió a malacate y se arrastró con la Patrol.
Se improvisó un toldo, ya que el frío, la garúa y posteriormente la lluvia complicaban las tareas mecánicas.
Puesto Pereyra
Pereyra padre, hijo y Sra., ejemplos de bondad y excelentes anfitriones. Nos hicieron sentir cómodos y nos ofrecieron habitación y un espectacular guiso carrero el mediodía del domingo.
Un grupo que venía desde El Cóndor se reunió en el Puesto al mediodía, donde intercambiamos impresiones y datos de los trayectos.
Mañana inserto la segunda parte, el final.